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Diciembre por dos: sus ilusiones y desilusiones

Dentro de este mes nos vemos envueltas en días y semanas que se atropellan incesantemente. Vamos de un lado a otro, intentando cumplir: cumplir con reuniones, compromisos, eventos, celebraciones, despedidas, regalos, cenas y un sin fin de actividades. Generalmente todas -o la mayoría de ellas- envueltas en una atmósfera de ser todo celebración y alegrías.

Qué difícil es encontrar entonces espacios para detenerse. Y para qué decir, espacios que permitan conectar y ordenar algo de esas emociones contradictorias que pueden surgir también: pues las fechas como la Navidad, traen de vuelta también otras cosas. No es sólo alegría, también trae algo de nostalgia y de sentimientos que pueden parecerse a la frustración, por los deseos no cumplidos.

En el que quisiera detenerme es en aquellas madres, o familias, en que van a vivir una nueva Navidad sin ese hijo/a tan ansiado, tan profundamente deseado. Hay una celebración social, si. Pero, en la intimidad de su hogar les toca enfrentar una fecha que remece las fibras y entristece, pues quisieran poder estar celebrando junto a un hijo/a y no ha sido posible. También ahí se puede sentir un nido vacío. Hay un duelo importante sucediendo, un duelo que duele porque se vive muy de cerca la ausencia de un ser querido. Aunque no haya alcanzado a nacer.


¿Quién cuida y acompaña esa otra cara de las fiestas?


Es fundamental poder hacer un lugar para abrir y hablar de estas vivencias, para poder acompañar desde la acogida y en el dolor. Quizás, es tentador dejarse llevar por el vertiginoso ritmo de estos días, a ratos aliviando, pero a ratos también molestando por su excesiva carga. Para proteger y cuidar la salud mental de estas madres y padres, es nuestro deber acompañarlos. Buscar instancias para poder escuchar y sintonizar con lo que están viviendo, ayudándolos a sentirse acogidos. Permitirse conectar con estas experiencias ayuda a que se vayan pudiendo ordenar y aliviar en el interior. Una manera bastante efectiva de combatir síntomas de ansiedad o depresivos que posteriormente pueden aparecer, muy probablemente, por ser la manera que encuentran las emociones de aparecer. Se tienen que abrir camino a la fuerza, pues no hay espacios para conversarlas.


Que la Navidad sea tiempo de acompañarnos y escucharnos, acercarnos a las experiencias de quienes nos rodean puede ser un enorme regalo para todos, no sólo para quienes explícitamente lo dicen. Ojalá que podamos celebrarla en toda su amplitud, con las vivencias alegres y también con sus matices más tristes o nostálgicos. Puede ser una puerta al encuentro de la serenidad tan deseada en estos tiempos convulsos.

 
 
 

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